CUANDO EL VINO SE HIZO ARTE

A veces los errores más estúpidos pueden salvarnos la vida. Como esa gota de vino tinto que cae sin piedad en la superficie blanca de una mesa. ¿Qué hacer entonces con aquel mantel carísimo que desde entonces quedaría para siempre marcado por el signo del dulce vicio?

Esa fue la pregunta que probablemente se le pasó por la cabeza a la joven artista Amelia Fais Harnas, quien después de haber bebido mucho vino y manchado muchas prendas, se tomó la justicia por su mano y retó a la ley de la gravedad para conseguir que ésta le ayudara a crear unas obras pictóricas originales y únicas.
Mediante el uso de hilo y vino vertido, Amelia modela pequeños rostros, célebres o no, y elabora preciosísimos retratos rosáceos que son casi como apariciones de santos en ropajes antiguos.
Tonalidades que varían dependiendo del tipo de vino que la artista tome. Líquido que es como sangre. Líquido que recuerda a algo religioso y místico. Naturaleza exprimida que además de entrar en el organismo se queda para siempre plasmada en el lienzo y forma facciones como las de Jay Z, Ernest Hemingway o Juana de Arco.

Aquí algunas de sus obras:
            

   


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