LA CREATIVIDAD ES LA NUEVA DIOSA DE LOS NEGOCIOS Y DE LOS TRABAJOS


“Si quieres trabajadores creativos, dales tiempo suficiente para jugar”.

Cada época necesita un dios al que encomendarse, y el de los tiempos en que vivimos es de la creatividad. Un mundo que transita desde varios modelos obsoletos a través de un gran desierto financiero necesita herramientas. Más aún si la batalla se gana comunicando mejor que los demás y llegando al público como una bala.
Los expertos lo tienen claro: los trabajadores creativos son buenos para la economía. Un estudio reciente realizado por la London School of Economics, cambia el punto de vista sobre el asunto: “El énfasis de los políticos está en las industrias creativas, pero los trabajadores en ocupaciones creativas también pueden ser importantes impulsores de la innovación y el crecimiento económico”. Tras analizar datos del Reino Unido, los investigadores concluyeron que los trabajadores creativos juegan un papel mucho mayor en la innovación, ya que son esenciales en la difusión de los procesos y productos innovadores en torno a la economía. El trabajador es el talismán de la creatividad, el que acumula experiencia, el que introduce conocimientos adquiridos a las nuevas empresas en las que desembarca.
‘The Rise of Creative Class’
Si hay un nuevo dios, la creatividad, también tiene que haber una Biblia. En el epicentro de la industria tecnológica, Silicon Valley, las empresas son las que se adaptan a sus genios y a su proceso laboral. La motivación y la felicidad del trabajador de Google o Yahoo es clave para su rendimiento creativo, para hacer despuntar a la empresa. Hace una década que el best seller nacional en Estados Unidos fue The Rise of Creative Class, de Richard Florida, un ensayo económico que desentraña el creciente papel de la creatividad en nuestra economía. 
Así como en 1956 el clásico de William H. Whyte «The Organization Man», mostró cómo esa cualidad impregnaba todos los aspectos de la vida y los nuevos negocios, Florida describe una sociedad en la que el espíritu creativo es dominante. Millones de nosotros estamos empezando a trabajar y vivir como los artistas y los científicos siempre han hecho: nuestros valores, gustos y relaciones personales e incluso nuestro sentido y uso del tiempo están cambiando.
¿Y si la clase creativa usara su poder para cambiar las condiciones laborales? ¿Y si le diéramos la vuelta al discurso del emprendedor para salir de la precariedad? En ese mundo no tan inverosímil, serían las empresas quienes tendrían que satisfacer, y mantener, a sus trabajadores.
Según The Rise of Creative Class, 40 millones de estadounidenses (más de un tercio de la fuerza de trabajo nacional) crean para ganarse la vida. La clase creativa se extiende en una gran variedad de campos y es, según Florida, el factor determinante para saber qué empresas y hasta ciudades prosperarán o terminarán por marchitarse.
Hay pruebas de que la clase creativa está cambiando la organización del trabajo en su favor


Hace poco conocíamos, a través de una infografía de Life Hack, que los mejores creativos suelen dejar las empresas para las que trabajan. El motivo principal es el jefe (31%), al que consideran un “idiota” que no suele comunicarse con ellos. En su trabajo ideal, el creativo quiere más responsabilidad (31%) y el 65% constata que su empresa no es efectiva en la gestión de los avances y se estanca en asuntos internos. Otro de los factores clave es el reconocimiento: El 43% de los mandos medios afirma sentir que hace todo el trabajo pero sin obtener el crédito que merece y el 23% de los encuestados confesó estar buscando trabajo en otro lugar porque su empresa se está hundiendo.
Los millenials, las nuevas generaciones, van más allá y cambian de trabajo como de ropa interior. El 91% de los jóvenes nacidos entre 1977 y 1997 esperan permanecer en un trabajo menos de tres años, de acuerdo con la encuesta de 1.189 empleados y 150 gerentes titulada Multiple Generations @ Work.
Eso, además de que tendrán entre 15 y 20 puestos de trabajo a lo largo de su vida, significa que la inestabilidad laboral es percibida como una necesidad para avanzar en las carreras. 
De alguna forma, todos los jóvenes que enfrentan la precariedad y la temporalidad de sus contratos, perciben que un trabajo estable es negativo para sus trayectorias creativas.
En definitiva, los datos últimos obtenidos parecen marcar una nueva tendencia en la que el directivo tiene que ganarse al trabajador y brindarle las mejores condiciones para su bienestar y para su productividad, que, en el caso de la industria creativa, van estrechamente ligados. Así lo demuestran las investigaciones del Journal of Occupational and Organizational Psycology, que nos explican que el tiempo libre, pero sobre todo el dedicado a actividades creativas, ayuda a los trabajadores frente al estrés y al agotamiento e incluso fomenta las habilidades y actitudes deseadas por los empleadores. 
Kevin Eschleman, psicólogo de la Universidad Estatal de San Francisco, asegura que las actividades creativas proporcionan las experiencias de descubrimiento relacionadas con el rendimiento: “Si usted está buscando jugadores excepcionalmente innovadores y que disfrutan ayudando a sus colegas, eche un vistazo a sus hobbies”.
Parece obvio: los trabajadores creativos necesitan tiempo, flexibilidad y alimento cultural para nutrirse, y todo indica que los jefes tendrán que entender que las buenas ideas no salen calentando la silla desde la oficina. Unos tienen el cerebro y los otros el pan, y sabemos hacia qué lado ha virado siempre la historia. Quizá sea el momento idóneo para introducir el cambio.

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