RAY BRADBURY Y SUS PREDICCIONES TECNOLOGICAS CUMPLIDAS

Ray Bradbury nació en el año 1920 en el estado de Illinois. En la década del cuarenta logró publicar sus primeros textos en revistas.
Su período de mayor brillantez llegaría en la primera mitad de la década del cincuenta con obras de la talla de Crónicas Marcianas (The Martian Chronicles, 1950), El Hombre Ilustrado (1951, The Illustrated Man) y la magistral distopía planteada en la novela Fahrenheit 451 (1953).
Bradbury es un autor que ha influenciado a varias generaciones con sus creaciones. Sus obras pueden ubicarse, en muchos casos, dentro del género fantástico. Aunque muchos lo incluyen dentro de los grandes autores de ciencia ficción, el propio Bradbury ha dicho que sus obras se ubican dentro de lo fantástico y que solamente la novela Fahrenheit 451 debería ser considerada dentro del mundo de la ciencia ficción.
Además de sus reconocidas novelas, Bradbury también se ha destacado como poeta y por sus aportes como guionista de televisión. También es importante destacar que varias de sus obras literarias llegaron al cine y televisión, con diverso resultado y calidad, entre ellas se encuentran Fahrenheit 451, Crónicas Marcianas, El hombre Ilustrado y el cuento El Sonido del Trueno.
Como reconocimiento a su carrera, se nombró un asteroide con su apellido y fue premiado en varias oportunidades. Pero, sin dudas, su mayor galardón es haber alimentado la fantasía de millones de personas, a través de sus obras.
Vale resaltar que Ray Bradbury hizo en su obra muchas predicciones que resultaron cumplidas, sobre todo en lo que se refiere a las tecnologías desarrolladas años posteriores: desde los audífonos hasta el teléfono portátil. Otras predicciones nombradas en su obras y que se cumplieron fueron la videovigilancia callejera y la pantalla plana.
En resumen, Ray Bradbury fue un auténtico visionario que fue capaz de vaticinar hace décadas avances tecnológicos que hoy son parte de nuestra vida, como el muro de Facebook, los libros digitales, los cajeros automáticos o el coche de Google que conduce solo.
Por ejemplo, en la citada Fahrenheit 451, los protagonistas llevan en los oídos unos audífonos con los que se comunican entre sí como nuestros actuales Bluetooth. También describió en esa misma obra enormes pantallas planas que son fácilmente identificables con lo que ahora podemos ver en las casas. Igualmente describía una tecnología de muro digital mediante la que los habitantes de esa distopía se comunicaban entre sí. Tecnología que hoy en día es el muro en Facebook.
En el relato El peatón (1951) Bradbury ponía el acento en una sociedad aislada al prestar sus integrantes más atención al entorno digital que a sus propias vidas. El protagonista, el peatón del título, es arrestado por salir a pasear por la solitaria calle y por no tener un televisor. También en ese relato aparece un vehículo que se conduce a sí mismo, que piensa por sí mismo y que apresa al peatón que no tenía tele para llevarlo a un sanatorio mental. Esperemos que el coche de conduccion autónoma de Google no llegue a tanto.
La vigilancia electrónica tampoco fue ajena a la pluma imaginativa de Bradbury. Denunciando la situación antes de que se produjera, ya anticipaba circuitos cerrados de televisión que vigilaban a los habitantes de las ciudades.
No estrictamente dinero, pero sí avanza en la existencia de cajeros automáticos de los que se podía obtener información las 24 horas sobre la cuenta corriente y la transacciones comerciales del interesado.
Sobre la inteligencia artificial también escribió en Crónicas marcianas y Fantasmas de lo nuevo, contemplando incluso la posibilidad de que las máquinas tuviesen sentimientos.
Y por útimo, para un visionario escritor de anticipación, tenía su lógica terminar hablando de libros electrónicos. En sutil referencia a Fahrenheit 451, novela en la que los libros estaban prohibidos y una brigada de bomberos acudía presta a quemar cualquier ejemplar, Bradbury temía que en algún momento del futuro terminasen por desaparecer las ediciones en papel. Sus palabras al respecto fueron «los e-books huelen a combustible quemado».