SHEREZADE

«Un día el rey pidió a su visir que le trajera, como ya era costumbre, una mujer virgen. El pobre hombre se fue a buscarla, pero como no encontró ninguna se fue, temeroso de algún castigo por parte del rey, directamente hacia su casa. Este visir tenía dos hijas de una rara belleza. La mayor se llamaba Scherazade y la pequeña, Duniazad. 

Contaban que Scherazade era una experimentada lectora, que había leído un gran número de libros de historias, biografías de reyes antiguos, crónicas de civilizaciones antiguas y poesías, muchas poesías. Viendo a su padre triste y preocupado, le vino a la cabeza este poema: 
«A quien tenga una pena, dile: las penas no duran, tal como se desvanecen las alegrías, las penas desaparecen».» 
«Las mil y una noches» (anónimo):

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