UNA ESCUELA DONDE LOS ALUMNOS DIRIGEN UNA MUNICIPALIDAD, UN ESTUDIO DE TV Y RADIO, UN MUSEO, UN MERCADO Y MÁS


La escuela, nos educa, nos forma, pero ¿lo está haciendo bien?

Sabiendo lo que tenemos aquí en Perú, vamos a poner un ejemplo excelente de la transformación que necesita la educación.
En Grange, Long Eaton (Inglaterra) nos encontramos con la ciudad de GRANGETON. Realmente Grangeton no es una ciudad, es un hábitat dirigido por los alumnos de la escuela elemental de Grange. La ciudad tiene un alcalde y municipalidad, un periódico, un estudio de televisión y radio, un mercado, un museo… Todo a cargo y dirigido por los alumnos pequeños y adolescentes de la escuela. En Grange, los estudiantes participan en un trabajo en clase riguroso, pero éste les llega de tal modo que les permite entender las aplicaciones prácticas. Por ejemplo, las matemáticas cobran más sentido cuando se administra una caja registradora y se hace una estimación de las ganancias. La capacidad de saber leer y escribir adquieren una significado adicional cuando se pone al servicio de un guión cinematográfico original. La apreciación de la música alcanza una nueva finalidad cuando los niños tienen que decidir la lista de canciones que transmitirá la emisora de radio. La educación cívica tiene sentido cuando el alcalde debe tomar decisiones. Y es que según el director del centro de estudios, Richard Gerver ” aprender tiene que significar algo para los alumnos” así que hay que relacionar las clases con el mundo real, “por ello mis palabras claves son, experimental y contextual“.
Richard Gerver ha sido asesor de política educativa del Gobierno británico, fundamentalmente en lo que se refiere a la definición del cambio en la escuela para el siglo XXI. Ganador del Premio Nacional de Enseñanza en el Reino Unido, está considerado uno de los líderes educativos más innovadores e inspiradores de nuestro tiempo.
Su transformador trabajo en la Escuela Primaria Grange constituye también un ejemplo muy persuasivo de cómo funcionan en la práctica los principios de personalización y de adaptación de la educación a medida.
Cada escuela es distinta y cada niño es especial. De ahí que no exista un modelo único de este nuevo paradigma educativo que surta efecto en todas partes. La tarea de los educadores consiste en aplicar estos principios de forma creativa en sus propias comunidades.
Recordemos que la educación se convirtió en accesible para todo el mundo en el siglo XVIII de la mano de la Ilustración, y fue en el siglo XIX con la llegada de la Revolución Industrial cuando se convirtió en obligatoria y gratuita para toda la población. El modelo industrial se basaba en acciones rutinarias, memorísticas y manuales, con el fin de crear niños perfectos para el trabajo en las cadenas de montaje de las fábricas que fueron surgiendo.
Actualmente, la educación mantiene prácticamente ese mismo modelo en el que no se potencian la características innatas de cada individuo sino que todo va encaminado a la consecución de unos resultados académicos, iguales para todos.
No cabe decir el por qué de que ese modelo esté totalmente desfasado en la sociedad actual, tan cambiante y en búsqueda constante de nuevos caminos para el desarrollo profesional y personal.
Las condiciones y el entorno actual nos hacen diferentes de esos niños y adultos de antes, somos consumidores sofisticados, tenemos a nuestro alcance, gracias a internet y las redes sociales, una cantidad de información jamás prevista.
Más información = más puntos de vista = más necesidad de ser crítico con las ideas preestablecidas al igual que de reflexionar sobre ellas.
Para formar a las generaciones del futuro es necesario una revisión total del modelo educativo. Haciendo especial hincapié en la creatividad, el pensamiento divergente, el ser crítico con las ideas preestablecidas, interdisciplinar y con habilidad para trabajar en equipo. Con una mentalidad más abierta para la solidaridad, y por supuesto basado en la determinación de los sentimientos y emociones, con el fin de aprender a manejarlos y ser consiguientemente más inteligentes emocionalmente hablando.
Si queremos tener un mundo sostenible tenemos que formar a personas que se sientan responsables de su entorno, participes de la sociedad y críticos, que sepan que pueden y deben mejorar aquello con lo que no están de acuerdo. Y es en este aspecto donde la iniciativa de la escuela de Grange ha servido para educar mejor y así los jóvenes puedan desarrollarse mejor. Desde que abrió sus puertas la escuela de Grange, la asistencia es muy superior a la media nacional y los alumnos rinden de un modo ejemplar en los exámenes nacionales.

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